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diumenge, 7 d’abril del 2024

Les ciutats dels morts

"La ciutat dels morts" de El Caire és la més coneguda, però no l'única. La Índia, Pakistan, Txetxènia, Líbia, Filipines... són alguns dels països que la pobresa i la manca d'habitatges ha portat els ciutadans més desfavorits a habitar els cementiris. La de El Caire la vaig veure des de lluny i ara ja només és un record boirós de llum potent de colors blanquinosos i de figures borroses per la pols que van amunt i avall. Convivència pacífica entre els cossos i les ànimes. Per a Alastair Bonnett són uns dels llocs fora del mapa i en aquest capítol parla especialment del Cementiri Nord de Manila.


"¿Quiénes están más fuera del mapa, los vivos o los muertos? La mayor parte de nuestras calles, ciudades, edificios y países las crearon personas ya muertas y llevan sus nombres. Los vivos desfilan por su reino como si fueran fantasmas. En una época que mitifica a los vivos y nos representa como dioses capaces de todo, de remodelar y revolucionar todo lo que tocamos, se trata de una situación incómoda. Esta discordancia, esta desavenen cia, entre la percepción que tenemos de nosotros mismos y la sensación de insustancialidad líquida que nos acecha explica en gran medida el horror que nos provocan los muertos.Nos ofende el poder que ostentan sobre nosotros, la facilidad con que nos reducen a sombras.
Una forma de deshacernos de esta envidia de la tumba es llegar a un acuerdo con los muertos. Nosotros dejamos de tenerles miedo si nos dan acceso a sus lugares de reposo. Los vivos tenemos mucho que ganar con este acuerdo, que puede aportarnos mucho menos miedo y mucho más espacio vital. […]
Hay que ir en dirección este para encontrar comunidades enteras que vivan en cementerios. Se conocen muchos casos en la India, Pakistán, Chechenia y más recientemente Libia, donde casi doscientas familias se han mudado al cementerio de Al-Ghuraba, en Trípoli. La mayoría de los moradores de cementerios son muy pobres y no tienen otro sitio al que ir. Sin embargo, el cementerio habitado más conocido y ciertamente el mayor del mundo, la «Ciudad de los Muertos» de El Cairo, demuestra que estos lugares pueden ser mucho más que simples campamentos de gente desesperada, ya que, con el tiempo, pueden convertirse en economías pujantes y diversas. En los cinco cementerios que componen la Ciudad de los Muertos viven unas cincuenta mil personas en tumbas y otro medio millón en casas construidas entre ellas. Si el lugar fuera un simple campo de lápidas inglés, no habría surgido semejante comunidad. En Reino Unido, las tumbas de gran tamaño escasean y están res¬tringidas a las dinastías ricas; al resto nos toca conformarnos con poco más que un limpiabarros. En cambio, los cementerios egipcios nunca se diseñaron solamente para los muertos. La tradición dicta que las plañideras —en concreto, las parientes femeninas— tienen que vivir cuarenta días con el muerto. Así pues, las tumbas familiares se construían en forma de complejo, con habitaciones anexas y un patio. Egipto también tiene una tradición muy anti¬gua de considerar los cementerios como lugares de reunión entre vivos y muertos. De hecho, es sensato considerar la Ciudad de los Muertos como otro distrito de la ciudad. Tiene tiendas, escuelas y una clínica con maternidad incluida, además de electricidad y agua corriente. Desde que la Ciudad de los Muertos empezó a tener ocupantes permanentes, en los años cincuenta, han nacido allí varias generaciones, a menudo compartiendo la misma tumba con sus padres y abuelos. La antropóloga italiana Anna Tozzi di Marco, que ha estudiado la Ciudad de los Muertos y ha vivido en ella, refuta la idea de que sea un escenario de desesperación. En cambio, retrata un lugar provisto de su propia estructura de clases, una ciudad dentro de la ciudad, donde la gente puede prosperar en la urbe sin tener que pagar alquiler."


A; Fuera del mapa. Un viaje extraordinario a lugares inexplorados, d'Alastair Bonnett. Traducció de Javier Calvo. Blackie Books S.L.U. p. 80

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