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dimarts, 11 de febrer del 2014

Volubilis, segons Edith Wharton

Un día, antes de que saliera el sol, partimos de Rabat en dirección a las ruinas de la Antigua Ciudad romana de Volubilis.  […]
A lo lejos, una franja de vegetación prometía sombra y agua y, por fin, contra un pálido grupo de olivos, nos enfrentamos a una visión que, en cualquier rincón del mundo, siempre produce la misma sensación de asombro: las ruinas de una ciudad romana.
Volubilis (llamada por los árabes el “Castillo delos Faraones”) es la única colonia romana de tamaño considerable que se ha descubierto, hasta la fecha, en Marruecos. Se alza sobre un saliente, al extremo del altiplano, dando la espalda a las montañas del Zerhoun. Al pie de la meseta, el terreno desciende de manera abrupta hasta un estrecho y verdoso valle, surcado por un río, donde abundan los huertos y jardines. En la parte más angosta del valle, donde las colinas vuelven a juntarse, la ciudad blanc a y cónica de Mulay Idriss, ciudad santa de Marruecos, se eleva contrastando poderosamente con un fondo boscoso.
Los dos dominios, por lo tanto se miran cara a cara por encima del valle: por un lado, las ruinas romanas sin vida, que representan un sistema, un orden y una concepción de lo social que todavía atraviesan nuestras instituciones modernas; por otro, la ciudad musulmana, intacta, más muerta y absorta en un pasado incomprensible que cualquier arquitrabe roto de una edificación griega o romana.
Volubilis parece haber tenido el tamaño y la riqueza de una gran guarnición militar, como la de Timgad, en Argelia, pero en el siglo XVII fue casi destruida  por Mulay Ismail, el sultán de la Guardia Negra, que se fue llevando poco a poco sus monumentos para construir su nueva capital Meknes, que llegaría a ser una de las maravillas de su tiempo.
Por lo tanto, poco queda de Volubilis en lo relativo a monumentos importantes; solamente algunos fragmentos de la basílica de Antonio Pío, parte de un arco de triunfo erigido en honor de Caracalla y las columnas y arquitrabes caídos que son las huellas de Roma a lo largo y ancho del mundo. […]

D’En Marruecos, d’Edith Wharton. Traducción de Mariano Peyrou. Editorial Pre-Textos. p. 45

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