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dissabte, 1 de març del 2014

El Basar dels llibres d'Istanbul
















Eso fue precisamente lo que me ocurrió en el Bazar de los Libros de Estambul: entre miles de portadas incomprensibles encontré un volumen sobre vaijeros turcos publicado en inglés y con fotografías, Throug the Eyes of Turkish Travelers. Seven Seas anv Five Continents, de Alpay Kabacali, en una cuidada edición con estuche del Toprakbank.  Como en mi colección faltaba esa pieza del puzzle, el testimonio de los viajeros turcos, me obstiné en conseguirlo.  […]
Había venido [l’amo de la llibreria] por alguna de las esquinas del Sahaflar Carsisi, que es el nombre turco del Bazar de los Libros. se encuentra en un antiguo patio encajonado entre la mezquita de Beyazit y la entrada de Fesciler al Gran Bazar, muy cerca de la Universidad de Estambul, y ocupa aproximadamente los mismos metros cuadrados que durante siglos acogieron el Chartoprateia, mercado del papel y el libro de Bizancio. Tal vez porque en el centro del patio hay un busto de Ibrahim Müterferrika, acompañado por el título de los diecisiete primeros libros publicados en turco gracias a la impresa que él lidero, una imprenta tardía, de principios del siglo XVIII, se me ocurrió que podría aconseguir la antología de viajeros siguiendo la misma táctica que había utilizado en Budapest. Porque Müterferrikaera de Transilvania y no sabemos cómo llegó a Constantinopla ni por qué se convirtió al islam y unía a mis ojos aquel viaje turco con mis incursiones en Los Balcanes y el Danubio. Lo cierto es que me acostumbré a pasar cada día por allí, subiendo mi oferta cinco dólares por visita.
También me acostumbré a leer por las tardes en las terrazas del Café Pierre Loti, con vistas al Mármara, y a pasear al anochecer por la Istiklal Caddesi o Avenida de la Independencia, el otro gran centro libresco de la ciudad. Como Buda y Pest, las dos orillas de Estambul separadas por el puente del Gálata poseen su propia idiosincrasia, que podría condensarse en esos dos plos de escritura: el Bazar y la Avenida. En los alrededores de ésta se sentaron antaño los mercaderes venecianos y genoveses; hay pasajes hermosos; y librerías con el precio de cada uno de sus libros impreso en etiquetas blancas en la contraportada. Busqué en vano la antología de viajeros en locales como el de Robinson Crusoe 389, donde adquirí en cambio dos libros de Juan Goytisolo traducidos al turco. En las fotografías que se incluyen en la edición de Estambul otomano no aparecen librerías antiguas ni modernas, porque nunca han constituido “topos” de la literatura de viajes ni de la literatura cultural.


De Librerías, de Jorge Carrión. Editorial Anagrama. p.132

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