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dimecres, 10 de febrer del 2016

Esbossos venecians, d'Henri de Régnier


Jardins amagats

No es solo una ciudad de mármol y agua.Ella tiene sus jardines, cuyo verdor cercao toma no sé qué más raro y más inesperado que en otros sitios. Son discretos y misteriosos, al amparo de los muros que los protegen y sólo dejan asomar de ellos la copa de un árbol o la punta de un ciprés. No los conozco todos , estos jardines venecianos, pero sé de algunos deliciosos. Está el de los Incurables, en las Zattere, con su largo ruro rojo alegrado con amorcillos mofletudos de los que uno tiene una corona y una barba de glicinas. Está el jardín Vendramin, que mira el Gran Canal a través de su puerta enrejada. Está el del Palacio Vernier, que seraslta sobre el agua por su doble terraza balaustrada y que está adornado con dos figuras rústicas y con estas cestas trenzadas donde se esculpen frutos de piedra.
[...]
...por el lado de San Sebastiano, habitado por viejas estatuas decrépitas [...] pequeño jardín abandonado del Palacio Grandenigo, y a usted, querido jardín del Palacio Cappello!... [...] Es el jardín de Venecia que quizás me gustaría más, si no se antepusiera todavía el del Palacio Dario, [...] No olvidaré nunca el que, en la Giudecca, se divisa, desde la laguna, con sus bosquecillos y sus cipreses. [...]

 El jardín extravagante. p.245


Un pintor

Puesto que es un observador [Pietro Longhi], atento, sonriente y verídico nuestro Longhi, un realista amable. Tiene bonhomia e indulgencia. Es el cronista en imágenes de la sociedad del siglo XVIII. Nos hace asistir a los variados episodios que llenaban con su gentil frivolidad, la existencia de entonces. Nos enseña sus usos y costumbres, sus ocupaciones y diversiones; nos introduce en la intimidad de un encantador pasado, cuyos gestos, actitudes y colores, nos conservó su pincel con la más escrupulosa fidelidad. Por el sabemos cómo se vivió en Venecia durante más de medio siglo, como se vestían, a la moda de cada año. [...] Es el pintor siempre exacto y a menudo delicioso de los venecianos y venecianas de antaño. [...] pero el observador, es, en Longhi, hace falta decirlo algo superficial.

El elefante. p. 254


L'hivern 

Hace frío en esta Venecia en la que vago a través del dédalo de calles estrechas y canales complicados. El viento a veces sopla fuerte en la plaza San Marcos y en las Zattere. Es el invierno, y sin embargo ¿es suya esta luz admirable, este aire transparente y colorado en el que los objetos aparecen limpios, sólidos y vivos?
[...]
Nunca sentí mejor la belleza de Venecia. se ha despojado de su sentimentalismo y de su romnticismo y de las melancolías un poco enfáticas del otoño sólo conserva su tristeza, pesada y ligera a la vez, donde el silencio ya no es como una actitud estudiada, sino sólo la meditación de las piedras mudas y del agua solitaria...
[...]
Venecia ha tomado su figura de invierno, deliciosa y definitiva.

El invierno. p. 301

De Venecia, d'Henri de Régnier. Cabaret Voltaire.

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