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divendres, 29 de setembre del 2017

Samadhi en el Sikkim


Durante un segundo siento mi soledad [...]. Y entonces, enseguida viene otra ola, la del éxtasis, de la samadhi.

Agendas inédits, 5 de abril de 1912


A principios de abril de 1912, Alexandra se encuentra en Darylling.

[...]

Alexandra cierra los ojos y entra en ese estado de samadhi que en el “Petit lexique de noms hindous” que acompaña al Journal de voyage se define de este modo: “Estado de concentración profunda con pérdida de conciencia del mundo exterior”. Esto es exactamente lo que le ocurre ese 5 de abril: cierra los ojos al exterior y los abre hacia su interior. En varias ocasiones, durante su estancia en el Sikkim, Alexandra será la presa bienaventurada y constante de esa samadhi. El 18 de mayo, de camino a Toong, escribe de nuevo:

Es curioso nada más llegar al bungaló, entro en una repentina e intensa samadhi. El 11 de junio, entro en samadhi mientras monto a caballo, ya no siento mi cuerpo, tengo la lucidez suficiente para tener ganas de apearme porque no me siento capaz de guiar el caballo, pero continúo.

¿Cuántas veces, en el Sikkim y también en el Nepal, se habrá entregado a la imprevisible samadhi?
Y es que ahora Alexandra se encuentra en el país de la aventura y de los dioses: “[…] la aventura es mi única razón de ser”, escribirá en L’Inde où j’ai vécu. Después de Daryiling empieza la aventura. Daryiling, donde Kipling situó tantas novelas cortas con esas enérgicas damas maduras y encantadoras y lozanas señoritas que se disputan el corazón de apuestos caballeros… Daryiling, estación estival de moda, también es el final de ese mundo que se dice civilizado: el ferrocarril acaba ahí. Después solo queda la jungla, la aventura y los dioses, que acechan.
El 11 de abril, una vez reunidos culís y caballos, Alexandra deja Daryiling rumbo a Kalimpang. Esa mañana, tras el gran éxtasis, la samadhi, descubre un objeto, una pluma estilográfica, que utiliza por vez primera y cuyo nombre ignora en francés:

Estreno para escribirte una fountain pen. Por cierto, ¿cómo se llama en francés? Creo que una pluma depósito. En fin, un portaplumas con tinta en su interior… Realmente son muy prácticos estos portaplumas cunado acampas como hago yo.


Empleará esa estilográfica para anotar todas las “primeras veces” que la esperan durante su primera estancia en el Sikkim y todo lo que descubre.


Un destino luminoso, de Jean Chalon. Grijalbo. p. 179

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