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diumenge, 16 de març del 2014

Les dones al Marroc, segons Joaquín Gatell (El Caíd Ismail)

En la casa [la dona] es dueña absoluta del menaje, y cunado el marido no tiene medios de procurarla una criada, va él mismo al mercado con la cesta a buscar comestibles, que ella prepara. El marido come primero solo; la mujer lo hace después con los hijos. Ella no sale de casa más que para ir al baño, que por cierto es excelente pretexto para salir cuando quiere.
Son las mujeres en general dóciles y buenas para sus maridos, porque éstos están autorizados para divorciarlas con cualquier pretexto-
Créese en Europa que son muy celosos, mas yo pienso que más que celosos son desconfiados. Donde no hay amor, los celos no existen y aquí la mujer se considera como un instrumento doméstico. El amor, tal como se conoce en Europa, es casi desconocido aquí; en Europa el verdadero amor es todo alma, aquí es todo cuerpo. En Europa, el enamorado pasará mil veces ante la ventana de su dama dando vuelta al bastón y arreglándose con elegancia la corbata no más que para obtener una sonrisa, anuncio del matrimonio: el galán habrá capturado moralmente a su futura esposa.
Es desagradable encontrar a las marroquíes en las ciudades envueltas desde la cabeza hasta los pies en una especie de sudario que les da apariencia de fantasmas. Las que tienen hijos los llevan a la espalda como una mochila, bajo el manto, a riesgo de asfixiarlos. De aquí que parezcan jorobadas. si una mujer marchara aquí con el aire de una andaluza o la coquetería de una parisina, se la tomaría por una loca.
Entre las que yo he visto no he encontrado grandes hermosuras; la generalidad son morenas; se pintan los ojos y se hacen dibujos en los brazos y en las piernas con una pasta de kohol o antimonio, y se tiñen de rojo las plantas de las manos y de los pies con una planta llamada henna. El kohol, hábilmente puesto en las cejas y pestañas, presta brillo a los ojos, pero la henna no sirve más que para hacerlas desagradables. Hay hombres que hacen también uso del kohol.
Pocas mujeres saben leer; todo lo que se les enseña es a conocer el manejo de la casa.

De Viajes por Marruecos, de Joaquín Gatell (El Caíd Ismail). Miraguano Ediciones. p 251

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