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dimarts, 21 de setembre del 2021

El país donde florece el limonero, d'Helena Attle

Llibre interessant on Helena Attle ens apropa a la història, al paisatge i a la vida d'Itàlia a partir de l'arribada i del conreu dels cítrics. Un llibre de viatges amb un enfocament ben diferent dels habituals. Al capítol Uno de los lugares más soleados de Europa. Limones sicilianos "como pálidos rostros de amantes..."* parla de l'arribada i l'arrelament dels cítrics a l'illa de Sicília.

"Hace ya muchos años que llegué a Palermo por mar y, sin embargo, todavía recuerdo la belleza de su emplazamiento, atrapada en el sinuoso abrazo de las montañas y el mar. El relato de Goethe de su travesía por mar de Nápoles a Palermo en 1787 está dominado por el mareo, pero cuando el barco al fin logró atracar se quedó extasiado ante la visión de la ciudad con las montañas al fondo iluminada por el sol vespertino. En lugar de apresurarse a la pasarela para llegar a tierra firme, se desmoronó a bordo durante tanto tiempoque al final la tripulacióntuvo que escoltarle hasta el muelle.

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Todo en Palermo y sus alrededores es adecuado para el cultivo de los cítricos. Se trata de uno de los lugares más soleados de Europa, y un gran anfiteatro de montañas lo protege de los vientos y detiene el paso de nubes procedentes del mar, obligándolas a descargar sus cálidas lluvias sobre la tierra en invierno. A media hora en coche del centro de la ciudad se encuentra una franja de tierra conocida desde el siglo XV como la Conca d'Oro. Los naranjos y limoneros que crecen en este fértil terreno parecen parte de la vegetación natural, pero en realidad son expatriados que viven a miles de kilometros de sus lugares de origen. 

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Los limones y naranjas amargas llegaron a Italia por primera vez con los árabes que invadieron Sicilia occidental en el año 831, desembarcando en Mazara del Vallo, en la costa sudoeste de la isla. Hasta entonces sólo había habido una clase de cítricos en Europa, la cidra traída a Calabria por los judíos en el año 79 aproximadamente. En suelo italiano, el nombre naranj, o naranja como se llamó al fruto en el sur de España, se transformó en arancio para el árbol frutal y en arancia para la fruta."

A la pàgina 83, l'autora inclou el poema sencer -del poeta arábigo-sicilià Ab dar-Rahman- del vers que inclou en el subtítol del capítol: Entre ramas de esmeralda / las naranjas de la isla son un fuego abrasador. / Pálidos rostros de amantes los limones son, / sumidos toda la noche en llanto.


D'El país donde florece el limonero, d'Helena Attle. Traducció de María Belmonte. Acantilado. p.75

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